El conocimiento útil


“En la sociedad de la información, nadie piensa. Esperábamos desterrar el papel pero, en realidad, desterramos el pensamiento”
Michael Crichton

Esta cita es el preámbulo del artículo escrito por el Doctor Wolfang Gil Lugo, Profesor de la UCV, para Prodavinci: (https://prodavinci.com/la-ominosa-trampa-de-la-ideologia/?platform=hootsuite) y con este artículo –muy pertinente además– quisiera realizar algunos comentarios de modo que revisemos algunos conceptos aquí empleados.
La palabra «Ideología» proviene básicamente de dos acepciones griegas: «idea», que etimológicamente se usaba para designar las formas, las apariencias y: «logos» que traduce “palabra” o también se puede interpretar como “expresión” y cierra con el sufijo «ia» que sugiere estado, condición, oficio. Por lo que pudiéramos decir que, «Ideología» es el arte o el oficio de poner las formas o apariencias en palabras. Más elaboradamente, el DRAE dice de ideología: “f. Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc.”
Desde el marco teórico de la obra de Jean-François Revel “El conocimiento inútil” (1988) el autor problematiza el hecho de que nuestra era, la era de la información -como pudiese intuirse- favorecería de manera extraordinaria el progreso de nuestra civilización. Entonces necesitamos revisar lo que hemos significado como “civilización”, por cuanto no hay una univoca idea de lo que significa civilización como puntualiza Revel: “No parece, pues, el momento adecuado para hablar de una civilización común, cuando la humanidad se lanza de nuevo deliberadamente hacia la fragmentación, glorifica la incomprensión recíproca y voluntaria de las culturas.” (pág.12). Y es en este punto donde surgen las diferentes “ideologías” inclusive antagónicas.
Y Revel se aproxima brillantemente a la indispensable vinculación entre «civilización» y «racionalidad», no obstante, pone entre paréntesis la racionalidad por cuanto en su acepción absolutista, como por ejemplo en el caso del “cientificismo” que en su pontificación, se deslinda de la posibilidad humanizante del arte, parte indispensable en el cultivo del espíritu humano. Luego, la razón ha servido de manera utilitarista inclusive a tendencias ideológicas perversas para justificarse. De igual manera también la información se ha transformado en un instrumento ambivalente pues ha servido para justificar o investir de legítima cualquier ideología,  es decir, en algunas oportunidades ha ido en contravía de la marcha de la evolución de la civilización –a lo que se supone debe ser su misión–. Por lo cual, la información amplificada mediante la masificación de las comunicaciones a través de la tecnología, ha permitido que la mentira haya tomado el lugar de la ignorancia y que mediante la propagación masiva, se convierta en el principal obstáculo para encontrar verdad ante la espesura de la niebla. De esto da fe el análisis de la historia del proceso nacional-socialista en la Alemania nazi. El estudio científico del comportamiento humano y el manejo de la opinión pública, fueron los principales puntales que utilizó Goebbels como jefe de medios para consolidar la “supremacía aria” en el imaginario popular y llevó al pueblo alemán a la trágica aventura de imponer a sangre esta ilusión.
En cuanto a ideologías, Revel plantea dos comprensiones del mundo enemigas de la democracia liberal a saber, el nacionalsocialismo y el comunismo. La imagen del nacionalsocialismo quedó muy deteriorada ante los hechos que devienen en la II Guerra Mundial. Con respecto a la segunda, Revel hace una sutil distinción cuando señala a la izquierda comunista sobre la que recae la historia negra totalitarista y otra que parece estar por encima de estos desatinos (pág. 37). Rusia como heredera de la extinta Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, a través de su recorrido histórico y sus diferentes momentos de auge y declive, encarna la visión del mundo socialista. De su visión totalitaria encarnada en Lenín y Stalin, la implacable marcha de su hegemonía caminó sobre cadáveres como atestiguan las víctimas de los gulags en Ucrania y la resistencia checa.  
Tanto cuando nos referimos a “ideología”, así como a “la razón”, en donde su uso es manifiestamente contrario a la idea del sumo bien, es necesariamente espuria; y no puede atribuirse a dicho paradigma los errores del modelo y su aplicación equívoca o “conveniente” por parte de cada uno de sus interpretes. Es entonces cuando las ideologías se convierten en totalitarismos, cuando mediante la razón no puede ser justificado determinada acción. “En sus comienzos una ideología es una hoguera de creencias que aunque devastadora puede inflamar noblemente los espíritus. A su término se degrada en un sindicato de intereses” (Revel, pág. 96). El uso de la ideología sirve para distorsionar la realidad como por ejemplo cuando Regis Debray declaró en 1979, que la palabra "gulags" era impuesta por el imperialismo. No era entonces que el sistema soviético en manos de Stalin había segregado y llevado a las condiciones más extremas a una parte de la población ucraniana hasta su desaparición por no doblegarse ante los designios del régimen, sino que el imperialismo inventó un cuento basado en esta interpretación. La Revolución Francesa surge como una ideología que termina asaltando el poder por la fuerza. Su ímpetu le llevó a barbarizar su acción lo que necesitó luego de un acuerdo de convivencia que se cristaliza en la Déclaration Des Droit D´Homme de 1789; documento organizador de las derivas del caos desatado.
De manera análoga, una tercera corriente de origen antiguo pero que aprovechándose de los avances tecno científicos, ha adquirido un auge que debe ser observado con sumo cuidado, ante sus doctrinas extremistas que no reconoce más verdad que la propia y que dentro de su misión para imponer la voluntad de Aláh –interpretada siempre en modo ortodoxo y poco racional–tiene cabida inclusive la destrucción del sistema occidental. El ejemplo del islamismo extremo de ISIS, encaja con el modelo totalitario incluso racista ya que inscribe de manera encubierta razones que condenan como por ejemplo “los infieles” y para estos no hay lugar. Como arquetipo deja en evidencia las extravagancias de su visión cuando no existe escrúpulo alguno en el uso de los adelantos y medios tecnológicos para acometer en destrucción masiva (Atentados 11S, medios de locomoción para arrollar masivamente a individuos, etc.); sin embargo, en cuanto a reevaluar sus creencias o dogmas a la luz de la evolución del entendimiento, optan por la excusa de no contaminar las creencias originarias.
La intelectualidad debe, siguiendo el paradigma evolutivo, trabajar para perfeccionar el modelo. Observa cómo hay una vocación hacia mirar los modelos utópicos o ideales y mirar con nostalgia cómo se distancia la realidad de este sueño. En especial la fascinación por héroes ficticios que edifican castillos de naipes mucho más fundados en informaciones y datos fabricados que sobre hechos concretos. Por lo que la ideología se impone a la realidad. Revel hace una importante inferencia en cuanto a la educación que vale la pena considerar. “Todos los maestros, ciertamente, no son intelectuales». Sólo una parte de ellos participa o es considerada como participante en la elaboración de la cultura” (pág. 175). No obstante, sí hay una importante égida del sistema educativo sobre el devenir del futuro, por tanto la importancia que debe tener para una sociedad lo que sus jóvenes aprenden.
Por tanto, civilización, ideología y «razón» son los factores claves en el desarrollo de la visión de mundo, por lo tanto del progreso y estado de bien que alcance una sociedad. En lo presente nos encontramos que en el nombre del más elevado de los fines –como por ejemplo, cumplir la voluntad del supremo Dios (Islam dixit)- pase por ejemplo con suprimir vidas o esclavizar voluntades, no podemos admitir que en la modernidad estas ideologías sean toleradas. El nazismo incurrió en uno de los más grandes crímenes porque su sociedad no discriminó entre el bien y el mal envestido de un manto de un mayor bien a futuro.
La democracia liberal sin duda alguna, tiene importante vinculación con el ideal de forma de gobierno, sin embargo existen elementos que examinar y superar tales como la exclusión, la pobreza y la producción bajo reglas que preserven la ecología del planeta. ¿Qué estamos haciendo para superar sus dificultades? Concentrar la atención en lo real y trabajar para superarlo, hará mayor rédito que enfocarse en ideas superlativas pero que no están en la realidad como modelo. Tanto la mirada del Dr. Gil Lugo como la obra de Revel, están más vigentes que nunca y son de obligatoria discusión en nuestra actual circunstancia.

Ref: Las citas pertenecen a la obra: Revel  Jean-François. (1989) “El conocimiento inútil”, España. Planeta Ed.    

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