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Mostrando entradas de febrero, 2013

Entre el bien y el mal.-

El descalabro de la legitimidad del régimen democrático, que se inicia en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-1979) y se profundiza en el período Caldera II (1994-1999), justifica la perenne idea en el imaginario popular de la necesidad del “hombre fuerte” como posibilidad de redimir las instituciones y hacerlas al servicio de los pobres. Paradójicamente, el experimento revolucionario luego de catorce años de rascabucheos con regímenes islamitas pseudo-teocráticos, totalitarios, como el de Saddam y Gadafi (ambos defenestrados por su pueblo en la primavera árabe) y de última data la entrega ante el castro-comunismo que, para nuestra nación ha representado resultados catastróficos; es motivo de ésta reflexión. A propósito de lo suscrito, Friedich Hayek [1] en su libro Camino de servidumbre [2] hace una abstracción con relación a los totalitarismos e indica que los mismos, no habrían de ser temidos si estos pudiesen ser ejercidos por -hombres buenos-. Todo indica que exi