Algunas notas sobre la democracia liberal y el marxismo

Sin duda el “proceso revolucionario” en Venezuela es obligado caso de estudio. Hemos visto que ante el estrepitoso fracaso al imponer un sistema denominado “Socialismo del Siglo XXI” que ha llevado a uno de los países más pujantes y progresistas de la región «en materia económica y de infraestructura» y aquí debemos hacer una necesaria inferencia, pues; y ahí va el colocar entre paréntesis restrictivo el alcance del progreso experimentado a justo lo económico, ya que las fisuras sociales subyacentes fueron terreno fértil para que surgiese todo lo soterrado, lo que no salía a la superficie, simplemente porque no era necesario… todo era muy fácil en la Venezuela del boom petrolero. Mas, en estos estertores del “Estado de bienestar”, está ocurriendo el fenómeno que el Maestro Jesús describe en el evangelio de Mateo, capítulo tres, y para lo que ésta situación ha servido de “aventador para separar el grano de trigo de la paja”. Si bien se han reafirmado valores tales como el de la solidaridad, la inquebrantabilidad de principios, la idea de bien y la laboriosidad en algunos estratos de la población poseedora de valores de bien; también ha emergido en el mismo escenario el egoísmo a niveles de horror, por mencionar lo menos vil, el comercio irregular de los productos vitales como los medicamentos hasta los homicidios más crueles en la insospechada crueldad y maldad que deja entrever que Satán no es una ficción, y que se retrata en cada asesinato vil del que se deja huella en wssap o facebook, en cada tortura, en el despojo a desvalidos e inocentes imposibilitados de su defensa. Así transita el egregor del mal pululando por las calles de éste país olvidado de Dios, causando el más profundo asombro ante la manifestación cercana y abundante del mal tan cerca de nosotros.
Es tentador quedarnos en hacer catarsis ante lo que a diario nos punza, pero volvamos al eje de este opúsculo. Y es que ante el desmoronamiento del modelo del Socialismo del Siglo XXI, no con poco asombro observamos, que de manera simplista se enarbolan las banderas del liberalismo reclamando la victoria sobre un hipotético remake del socialismo marxista. Nuevamente se apela al fracaso de la extinta Unión de países Soviéticos en la URSS cuya campanada final la dio la caída del muro de Berlín en 1989; claras muestras de extravíos al éxito en dichos ejemplos, sí. Pero tampoco las cosas dan como para pontificar la democracia liberal y satanizar el marxismo de una vez y para siempre. Más bien estas experiencias deben impulsar la reflexión de la intelligentzia para producir nuevos y mejores Estadios que propendan “evolutivamente” a la edificación de la humanidad del futuro.
¿Es la democracia liberal el mejor modelo de Estado? A partir precisamente del desmantelamiento del bloque soviético, el trabajo del Doctor Francis Fukuyama[1] cobro relevancia y en muy resumidas cuentas, afirma que la democracia liberal es el sistema de gobierno humano más eficiente. A juzgar por los acontecimientos del momento, el sistema liberal prevalece por sobre cualquier otra ideología, en lo económico además, el gran potencial comunista encarnado en la República de China, años después se abre progresivamente al mercado adoptando reglas que pertenecen a los esquemas de la doctrina smithsoniana. A pesar de ello, Fukuyama advierte dos grandes amenazas a la estabilidad de los sistemas democráticos liberales a saber, «los movimientos religiosos» y «los nacionalismos», ambos casos con intereses más allá de sus ámbitos naturales de influencia es decir, con intereses políticos. Hoy ISIS confirma dichos temores y coincidencialmente, el Socialismo del Siglo XXI abrigó dentro de sí un collage de religiosidad con patrioterismo en un empaque de emocionalidad difícil de digerir.
Pues, la pretensión del Doctor Fukuyama de interpretar a Hegel con la sentencia del “fin de la historia” con la receta del liberalismo, mediante la cual la intelectualidad del mundo se dedicaría a la perpetua vigilancia de la vitrina de la historia del mundo, es un sueño que torna a pesadilla en las manos de un Nikolas Cruz con su “masacre de San Valentin 2018”. Con un Stephen Paddock y la masacre de Las Vegas y tantos otros desquiciados que ponen los signos de interrogación cual banderillas en la idea de “fin de la historia”. A esto opondrán los ultraliberales, que siendo procesos que están en evolución, ocurren errores al modelo que estadísticamente son insignificantes con relación a los aciertos del mismo y que tienden a desaparecer en la medida que se consolida.  Y a esto va el quid del asunto… en la Venezuela de los años ochenta, pocos por no decir ninguno, se imaginaría que podíamos llegar a esta situación que hoy experimentamos. ¿La pobreza? Errores del modelo. ¿La exclusión, la delincuencia, la corrupción? Errores del modelo, fácilmente corregibles en cuanto se consolide el progreso… ¡pero el destino nos tenía guardada una sorpresita! Los errores del modelo se fagocitaron los alcances positivos.
¿Es entonces el liberalismo democrático el mejor modelo? Tiene importantes aciertos que son innegables y que deben definitivamente incorporarse a los modernos sistemas de Estado. Y ¿qué pasa con el Marxismo? Para empezar, El marxismo es un pensamiento crítico, mas no un “sistema”. En sus notas críticas sobre Adolph Wagner (1880) escribió Marx: “Nunca he establecido un sistema socialista”. El análisis sociopolítico de Marx dejó una serie de revisiones vigentes e indispensables para el análisis de ruta de cualquier modelo de Estado.
·         - El equilibrio del sistema económico que proteja al más débil de la explotación y la alienación para provecho de pocos. Esto va contra cualquier sistema con el apellido que sea y cuyos síntomas sean de estas características.
·        -  La emancipación debe surgir del seno de los propios trabajadores. Es el producto de una toma de consciencia no inducida o leudada por intereses ajenos a la propia clase trabajadora. Es decir, no es un asunto político sino más bien de orden social.
·      -La consciencia de clases. No como se ha pretendido vender en sentido laxo de aspirar a que “todos somos iguales”, independientemente que mi vida haya sido la de un parásito volcado al alcohol y las drogas, tengo los mismos derechos del que trabajó treinta años de su vida y hoy desea disfrutar de una jubilación digna. La igualdad es holística, los derechos por calidad de vida están directamente atados a la productividad y trabajo que se destinó a la construcción de progreso de la sociedad, la igualdad en la calidad de vida es exigible en proporción a los alcances y dimensión de los aportes en seguir los cánones establecidos.
·      - El espíritu crítico. No hay lugar a los dogmas ni puede haber obediencia ciega a liderazgos mesiánicos. Es contra los principios fundamentales del pensamiento marxista. “Una asociación donde el libre desarrollo de cada uno es la condición del libre desarrollo de todos”[2]
Hoy más que nunca es necesario superar el infantilismo de respuestas simples a problemas complejos. No se trata de liberalismo contra marxismo, se trata de superar ambos modelos cuya pertinencia responde a los cánones del siglo XIX; y aún nos esforzamos en hacer que prevalezca uno sobre el otro, cuando en realidad se trata de que ambos han evidenciado debilidades y que bien pueden ser complementados de su conjunción. Cuando el mundo de la ciencia se enfoca en colonizar el espacio, en el plano terrestre nos estamos matando por ideologías, y a veces pugnando por espacios geográficos sostenidos en el sentido de que nos pertenecen por derecho sucesoral… no ha sido posible alcanzar un sistema de convivencia que integre sistémicamente las bondades de las corrientes de pensamiento, mientras, continúa latente la posibilidad de que los errores se traguen el modelo. La comprensión de que todos somos uno y de que en la medida que mi congénere sea mejor, mayores probabilidades tenemos de alcanzar "juntos" un estadio mayor de bienestar, cada vez y consecutivamente. El reconocernos en la "otredad" es clave para entendernos como humanos y así, juntos emprender la búsqueda del hombre estelar.




[1] Me refiero principalmente a “El fin de la historia y el último hombre” aun cuando hay posteriores trabajos en los que toca el tema del liberalismo.
[2] Marx K. Engels F. “Manifiesto comunista”.

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