Causa y Efectos...

Sin perder de vista el objetivo central de este espacio en el que nos hemos dispuesto principalmente al aspecto inmaterial de la vida como eje temático, hemos de hacer un alto para dedicarnos a un aspecto eminentemente material, económico y sin duda secuela también de nuestro desvío de la ruta del cultivo del «espíritu humano».  A todo efecto, el sufrimiento que experimenta nuestra gente es motivo suficiente para estimularnos a la discusión de factores que puedan contribuir a destrabar el nudo que nos asfixia. Observo con preocupación el enfoque -o más bien el desenfoque- que se da en diferentes perspectivas relativas a la crisis económica que en nuestro país evidencia signos alarmantes. Sin querer simplificar, ya que sin lugar a dudas el problema es multifactorial, en primer lugar debemos puntualizar que la colisión de modelos es el epicentro del problema. La temeraria e irresponsable intención de remplazar el sistema económico industrial de mercado edificada en nuestro país desde la época de la colonia, sustituido por un modelo socialista sustentados en un solo puntal, el petróleo; es el eje de nuestra catástrofe. De ahí derivan como contributivos, el menosprecio por la meritocracia que llevó a tirar por la borda un cúmulo de conocimiento y experiencia que sostenía a PDVSA en sitiales privilegiados como productor de riqueza para el país. A asignar con pasmoso desparpajo la dirección de núcleos de decisión e influencia para la nación, poniendo en manos inexpertas –cuando no inescrupulosas (fiscal Tarek William dixit)- sectores en los que las decisiones afectarían de manera profunda la estructura económica del país. Bien dijo el benemérito Domingo Faustino Sarmiento que “la ignorancia es atrevida”.
Hoy leíamos un artículo en una reconocida web que resalta como causa de la hiperinflación, la multiplicación de la masa monetaria en los últimos seis años[1]. Por otra parte, una entrevista a otro economista le atribuye a la emisión de dinero inorgánico (dinero local emitido sin el respaldado de las reservas) la causa. Y con mayor peligrosidad escuchamos el perverso discurso que fluye de funcionarios del régimen y que atribuye a los comerciantes los sobreprecios y la especulación, atizando el perverso paradigma «amo-esclavo» con aviesos fines de extraviar la pista hacia los verdaderos responsables de tal desastre. La progresiva desaceleración del aparato productivo del país que se traduce en una menor producción y exportación de materias primas (siendo nuestro paradigma productivo la extracción, en especial el petróleo), así como los demás rubros de exportación que venían en franco desarrollo antes del ascenso al poder del socialismo del SXXI. Venezuela incursionaba tímidamente en la cadena de transformación de materias primas y nunca completo el desarrolló del modelo llamado “aguas abajo”, de manera que el país no llegó a beneficiarse de las bondades de este arquetipo. Al estar sujetos a la exportación primaria, las fluctuaciones en los precios de mercado derrumbaron el pilar sobre el que fundamentaron el sostenimiento del modelo.
Al no contar con los ingresos previstos provenientes del petróleo y al haber hipertrofiado el aparato burocrático del Estado con fines estrictamente políticos y de subordinación, la forma más sencilla de mantener el gasto corriente ha devenido en la emisión de dinero sin respaldo, inorgánico. En Venezuela los intentos para diversificar la producción petrolera fue tímida y nunca alcanzamos a consolidar un aparato que autoabasteciese la demanda interna, la dependencia de lo importado atraviesa transversalmente todos los sistemas productivos que subsisten. Ni siquiera la industria del petróleo tiene capacidad autárquica, esto ha quedado en evidencia con el alza vertiginosa en los costos de los lubricantes made in PDVSA, así como las dificultades para mantener el flujo de combustible en el país. Por lo tanto, el coctel de producir dinero inorgánico más la falta de producción de bienes destinados a los mercados de exportación, agregados a la demanda interna en continuo crecimiento, lo que empuja a precios cada vez más altos para los productos de demanda interna, crean el ciclo perverso de alzas cada vez en mayor escala. 
La República Popular de China descubrió que operar en contra del giro natural que lleva la economía mundial, jugaba contra la posibilidad de brindar a sus habitantes «estado de bienestar». Por cuanto la estadística es siempre enemiga de los sistemas totalitarios, será sólo a través de testimonios y estimaciones que podemos conocer el verdadero costo humano -tanto en privaciones como en vidas- para que aceptasen que no podían ir en contra de las leyes del mercado y que autoexcluirse de participar tenía un alto costo.
Entender que sin participar en la macroeconomía, siendo dependientes en más del ochenta por ciento de rubros no producidos en el país, sin formular políticas para la restitución del aparato productivo de la nación con miras a «exportar», es seguir mirándonos el ombligo, es apostar que ganaremos una carrera de caballos montados en un asno… Por tanto, cualquier gobierno serio que pretenda salvar el grave estancamiento a que estamos sometidos, debe formularse el objetivo de fortalecer el aparato productivo nacional, para generar divisas y cambiar la relación negativa en la balanza comercial (importación/exportación). En cuanto al Estado, ante el estruendoso fracaso en la administración de las empresas de producción bajo su administración, deberá considerar establecer asociaciones con inversionistas que manejen éstas «con criterio economicista». El capital producto de esta asociación servirá para la adecuación tecnológica y en especial para atender las urgencias devenidas de la crisis hasta su progresiva estabilización.
No obstante lo antes citado, la solución profunda y que realmente direccionará el hombre hacia nuevos estadios de bienestar en todos los ámbitos, es el desarrollo de la consciencia.

P.D. El día de ayer 12 de enero 2018, un grupo de notables economistas publicó una carta abierta al Presidente de la República con anotaciones respecto a la situación económica del país, vale la pena contrastar: http://www.pedroapalma.com/site/wp-content/uploads/2018/01/Carta-Abierta-a-Presidente-Maduro.-12-Ene.-2018.pdf




[1] El autor señala que la masa monetaria ha multiplicado 3.268 veces su tamaño en 18 años.

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