Votar o no votar… this is a question…

     El drama por el que atraviesa nuestra sociedad venezolana, alcanza magnitudes realmente alarmantes, especialmente por el futuro que, basados en los hechos, proyecta características catastróficas. No obstante, la psicología común del venezolano parece haber adoptado el humor como un pasaporte al optimismo y la esperanza. Hemos de asumirlo de esta manera antes que pensar que es un ejercicio de evasión de la realidad… esperando que “la suerte” nos acompañe y el destino no sea tan severo. No deja de sorprender que las naciones en bloque –salvo las excepciones de gobiernos como Bolivia, Nicaragua, Cuba y otros más desafortunados aún– se preocupen por nuestra calamidad y procuren por una solución negociada, previendo que la magnitud de la catástrofe que se avecina sea aún peor (¡y puede ser peor!). Mientras que la tozudez del régimen puede entenderse en el drama de la fiera acorralada que ataca aún con mayor fiereza en la medida que se encuentra acorralada, sin salida.
     Lo que resulta inexplicable es que, aun cuando aparentemente la oposición comprende la profundidad de la crisis y la urgencia para que emerja un sistema alternativo al actual, aún no sea capaz de alcanzar el consenso en las decisiones más importantes que deben provenir del órgano colegiado para ello como es la MUD. Como líderes y por lo tanto guías de la sociedad dar muestras claras de estar nucleados en un único y amplio frente que provea de soluciones alternativas al caos que nos consume debe haber surgido de manera espontánea. Uno de los aspectos de más reciente data y que sirve para dar cuenta del errático comportamiento de los liderazgos, trata en cuanto a las elecciones regionales que teóricamente se han de realizar el quince de octubre.
    Para "hacer el cuento corto" en un tema que ya está sumamente desgastado, por una parte quienes defienden la institución del voto, tienen argumentos válidos en que el voto es por excelencia uno de los pilares de la democracia. Que por cuanto el ciudadano no participa en el monopolio de las armas, sólo puede pugnar por el acceso al poder mediante el proceso eleccionario.
Por otro lado, quienes abjuran de la participación en el proceso eleccionario, también tienen argumentos de peso para sus determinaciones. El desequilibro en la composición rectoral del CNE (tres a uno sin contar que todo el plantel interno obedece a los intereses de su empleador, i.e. el partido de gobierno), el escándalo producto de las declaraciones de los directivos de Smartmatics en el que acusan abiertamente de manipulación de los datos, más la desalentadora estrategia que han dejado procesos entre los cuales cuenta la elección de la Asamblea Nacional de 2015; que evidencian la intención de anular la representatividad del acto del voto, son motivos que deben poner a reflexionar a quienes no comparten esta posición.
Lo que resulta inaceptable es el increíble pugilato que se ha armado entre los dos bandos en los que se acusan mutuamente de colaboracionistas, divisionistas y una suma de calificativos inexplicables para la trayectoria de quienes han caído en este perverso juego. “¡Qué irónico es, precisamente, que a través de la palabra, el hombre pueda degradarse por debajo de los que no tienen palabra” diría Soren Kierkegaard. A principios de esta semana en un conocido programa matutino hacían foro destacadas figuras del acontecer nacional que “trivializaban” los motivos para no votar que resultan a lo menos inaceptables proviniendo de quienes deliberaban. Hemos perdido la brújula de tal manera que la argumentación usada para descalificar de manera tan infantil al contrario nos hace pensar que tenemos lo que nos merecemos. Entonces el régimen puede sentarse tranquilo a sabiendas que desde el espacio de la razón, jamás alcanzaremos a organizar una coherente y real oposición que se erija en alternativa a tanto desconcierto.
Cuando revisamos los datos de Caritas de Venezuela[1] y observamos que en la muestra estudiada, el sesenta y siete por ciento (67%) manifiesta registros de una dieta inadecuada y zonas del país con treinta y ocho por ciento (38%) de índices de desnutrición en niños menores de cinco años, no nos queda más que pedirle a Dios que si aún tiene estómago para voltear hacia esta “tierra de desgracias”, en la que hemos despilfarrado una de las riquezas más grandes del planeta, que lejos de aprovechar de la mejor manera la riqueza del subsuelo, tan solo ha servido para magnificar la avaricia y el egoísmo, acorte nuestro padecer, ya que no creo posible que haya piedad para quienes han obrado de manera tan vil como para merecer clemencia divina.
¿Votar o no? será intrascendente mientras no ocurran cambios profundos en la consciencia de quienes tienen la posibilidad de llevar al pueblo a un estadio superior de bienestar.
“El talento sin probidad es un azote”.
S. Bolívar.




[1] http://caritasvenezuela.org.ve/wp/wp-content/uploads/Situacion-Nutricional.-Oct_Dic-2016.-Caritas-Venezuela.pdf

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