Una historia de Dragones
A mi maestro Phileas de Montesexto:
Las historias antiguas,
más allá de justificar la beatitud o edificar la veneración sobre un santo en
particular, contienen siempre una alegoría plena de significados que vistos
fuera de la característica devocional y con mayor intuición mística, son
enseñanzas que nos pueden ayudar a trascender estados de consciencia. La
historia de Santa Margarita se inicia en la región de Antioquia, Asia menor, en
la que Margarita era la hija de un sacerdote llamado Onésimo y cuya madre murió
en el parto de la niña. Sin embargo, para la iglesia ortodoxa, esta historia se
imbrica con la de Marina, una valiente mujer que decide hacerle frente a un
dragón que devora campesinos de la isla con tan solo agua bendita y un facsímil
de la santa cruz. El dragón devora a la santa quien permanece intacta dentro del
vientre del dragón, mediante la señal de la cruz rompe la carne del monstruo y
emerge de sus entrañas para librarse del oscuro trance. Coincidencialmente, Margarita
significa “Perla”, así entraña la alegoría simbólica a la Perla que para lucir
su esplendor, debe ser expuesta de su tosco envoltorio.
Hoy a escala global, la
sociedad se encuentra en estado de convulsión. Los hechos desde distinto matiz,
pintan de gris el presente y amenazan con oscurecer más el horizonte. La violencia
extrema que orbita en derredor de la guerra en Siria, ha dado evidencias ciertas
del proceso de <deshumanización> que hemos venido experimentando. El consecuente
fenómeno de la migración que afecta el estado de confort de países que han
alcanzado un nivel de vida apreciable, ha puesto a prueba el grado de “solidaridad”
y “calidez humana” que debería acompañar a una sociedad en situación de
progreso y desarrollo. No obstante, ha sido la segregación, el proteccionismo
al extremo de xenofobia, lo que ha dejado desnuda la verdad de que “progreso
material no equivale a evolución espiritual”. En Venezuela, la constante que <<debería
seguirse de la máxima evolutiva>> que marca un avance constante, aun
cuando a diferentes ritmos pero nunca marcha atrás… en esta historia no se
cumplió. Una sucesiva escalada de hechos que han ido demostrando de modo
contundente, que las condiciones de vida moderna que deberían estar maridadas
con el progreso, acá funcionaron en reversa; y hoy el país se hunde en la más profunda
crisis vista en su historia y que abarca el factor moral y societario.
Es por esto que una
revisión más allá de los síntomas, que profundice en las causas, es
indispensable si se quiere aplicar correctivos de fondo y que los cambios sean
significativos. La historia de Santa Margarita es una alegoría interesante como
marco de análisis de caso para la experiencia Venezuela. Si observamos el
dibujo de Rafael podemos observar un animal fiero, dotado de garras y colmillos
hechos para herir, para desgarrar y devorar. Una bestia poderosa, fuerte, más
grande que cualquier condición humana. Por otro lado, la santa reflejada en una
virginal mujer, que ilustra la belleza, la fragilidad femenina, la complexión
delicada que no está dotada para la lucha, para el combate. Nótese además que
no es una batalla de ejércitos, es individuo contra “la bestia”, el poder que
intimida contra la belleza de la pureza. Lo más sublime de la naturaleza
humana, en lucha contra la fuerza bruta de la bestia.
La condición física de
Santa Marina o Santa Margarita no es equivalente al poderío de la bestia, de
hecho el Dragón está fagocitando a campesinos, a labriegos que tienen mayor
condición física que la vestal; ella ha de sucumbir ante el poder del Dragón
hasta quedar dentro de su vientre, es el descenso a los infiernos. Se vence
mediante los instrumentos superiores, que no están a la vista porque son
invisibles al ojo humano que solo valora lo evidente, lo obvio, la supremacía
física o material es aparente. La historia nos enseña que lo mejor del ser
humano puede vencer la barbarie. Del interior surge la fuerza que vence a la
bestia, la devoción y la fe están relacionadas con el aspecto más elevado del “ser
humano”, no necesariamente es una alegoría a “abandonarse en la voluntad de
Dios”, ¡no! Ese fue el error de la edad media. La clave está en sacar a relucir
el culmen del espíritu humano que definitivamente es expresión de lo divino, de
lo elevado y que es por más, superior a la fuerza de la bestia. ¿Qué implica
esto? Inteligencia por sobre fuerza, fortaleza de espíritu antes que fuerza
bruta, templanza opuesta al desespero. Es tarea de todos empezar a trabajar
nuestra “perla” de manera que la liberemos del opresor, contaminar nuestro
entorno con el espíritu humano superior de manera que se produzca una “masa
crítica” usando los preceptos de la física; que alcance a superar la inercia de
lo Dragón que oprime nuestra verdadera esencia.
* Dibujo de Rafael DiSanzio de 1590 obsequio al Papa Sixto V.
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