Diálogo.-
"Al
tomar una decisión de menor importancia, siempre he visto la conveniencia de
considerar todos los pros y los contras. Sin embargo, en asuntos vitales, como
la elección de un compañero o una profesión, la decisión debe venir de lo
inconsciente, de algún lugar dentro de nosotros mismos. En las decisiones
importantes de la vida personal, creo que deberíamos regirnos, por las
necesidades internas profundas de nuestra naturaleza."
Sigmund Freud
Cuando
nos toca decidir, la complejidad de dicha decisión crece de manera directamente
proporcional a la cantidad de personas involucradas. En estos aciagos momentos
de nuestra nación, la decisión de cómo salir de la crisis tiene a todo el país en
vilo por los términos y alcances de dichos acuerdos. La crítica se ha tornado
mordaz contra los que han tomado posición y han decidido en representación del
sector opositor. En la consulta realizada en diciembre del 2007 para la reforma
constitucional promovida por Hugo Chávez, la cual entre sus propuestas presentó
la reelección inmediata y extensión del período presidencial a siete años, este
referendo fue negado mediante el voto mayoritario de la población; a lo que el
difunto calificó como “victoria de mierda”, dejando entrever y como fue ampliamente
comentado, tras bastidores las FAN jugaron un papel clave en que se acatasen
los resultados. No obstante, y ante el parangón que resultaba el artículo 345
de la Constitución, el cual señala que una consulta negada no puede ser
presentada nuevamente, sabiéndose acreedor de una alta aceptación en la
población y al mejor estilo de Robespierre: “Si el gobierno revolucionario debe
ser más activo en su marcha, y más libre en sus movimientos, que el gobierno
ordinario ¿es por ello menos justo y legítimo? No”.[1]
Esta
ha sido la jugada para desprenderse de los límites que impone la
institucionalidad y consecuentemente de los controles que se ejercen desde órganos
libres de compromisos políticos o ideológicos, lo que ha acarreado la
entronización de la corrupción como el cáncer que carcome las estructuras de la
República. Volviendo sobre nuestro tema, Raúl Isaías Baduel tomo decisiones que
resultaban contrarias a los “intereses de la revolución” y su costo fue la
prisión. Las acusaciones por delitos de corrupción no alcanzaron a autores más obscenos
pero que sí se vacunaron con la “lealtad al proceso”.
Por
los motivos archiconocidos, Hugo Chávez debía abandonar el
tan codiciado poder y decide (o hicieron que decidiese) transferir la investidura de su hegemonía en el
PSUV a Nicolás Maduro quien habría de medirse en elecciones a Henrique Capriles en el 2012.
Los resultados se traducen en 235 mil votos a favor, equivalentes a 50,66% de
los votos y una nube de incógnitas con relación a la transparencia y veracidad de
los resultados. Luego, un reto no cumplido que lanzó el triunfador: “vamos a abrir
todas las cajas”. Un importante sector que apoyó la opción Capriles le tilda de cobarde por no conducir a las multitudes a Miraflores para reclamar y pugnar físicamente el
triunfo. Ahora bien, considerando que el modelo aún seguía en “modo promesa”,
que la esperanza de “suprema felicidad” aun está de duelo por la reciente desaparición del líder supremo y que la suerte truncó momentáneamente el logro que el hijo escogido habría de realizar. Entonces, ¿Cuál
era la posibilidad de arrebatar por la fuerza lo que con ímpetu sostenía
un sector nucleado alrededor del dolor por la desaparición del líder supremo?
¿Estaría hoy este mismo sector opositor recriminándole a Capriles el
derramamiento inútil de sangre y culpando a "su Ego y ambición de poder” por empujar a las masas a una suicida empresa? No olvidemos que la metáfora utilizada por Capriles del toque de cacerolas para "drenar la arrechedera" fue tomada como una apología al delito para atribuirle los hechos de violencia cuyas víctimas siempre han estado en el lado de la oposición (no es suficiente evidencia que no hay un equilibrio de fuerzas en la diatriba?).
Hoy
los cohetes van contra la MUD por su participación en el diálogo. Ahora bien, antes de proceder con los descalificativos sería bueno detenerse a cuantificar los pros y los contras. En primer término, el diálogo es la institución por excelencia
que permite dirimir sin violencia los desencuentros y alcanzar acuerdos
mediante mutuas concesiones que viabilicen un pacto. No podemos soslayar la urgencia de
encontrar una salida pronta a la crisis; no obstante, los extremismos dificultan alcanzar acuerdos medianamente satisfactorios. “Es
indispensable suspender la emocionalidad y cuantificar con sensatez, todos los
aspectos que están en juego y sujetos a las decisiones que puedan tomarse.
Estando
el monopolio de las armas en control del Estado (olvidemos posibles institucionales, esperanza de iluminación repentina, etc. En estos escenarios las probabilidades no cuentan), ¿Cuánta
seguridad tienen quienes promueven una salida por la confrontación, de que al
menos recibirán la protección de las Fuerzas Armadas ante un previsible ataque
de fuerzas violentas que están atentas a la reacción opositora? Aun contando
con dicho respaldo, ¿Cuál será el costo en vidas ante una segura
confrontación armada entre los factores extremos de las partes en conflicto?
¿Cuál será el daño colateral si la confrontación torna a bélica en suma de destrucción para un país abatido, acorralado por la escasez de alimentos,
medicinas...? Con honestidad y en frío: ¿Quién es tan insensato para creer que Venezuela puede salir bien librada de una confrontación bélica en tan precaria situación social?
Por
tanto, cada centímetro ganado mediante el diálogo, a pesar de los emisarios, de la contraparte, de los árbitros, etc. lo más importante es la calidad de los resultados; y
que se detenga la barbarie que se cierne cierta sobre el porvenir… Y una reflexión
para quienes se niegan a participar en el dialogo… aunque con sobradas y
justificadas reservas, es más útil su beligerancia “dentro”, que los gritos que
puedan proferir afuera de la alternativa democrática. Análogo a la experiencia
de la elección de diciembre de 2005 en que la oposición se replegó y entregó en bandeja de plata la
asamblea a los destructores de la nación, pareciese que no hemos aprendido la
lección. Se participa dentro, afuera se diluyen los esfuerzos. Son momentos de
razón, no de emoción.
“Se puede tener por compañera la fantasía, pero se debe tener
como guía a la razón”.
Samuel
Johnson.
* La foto que encabeza el artículo pertenece a Hector Rondón Lovera y fue tomada durante los hechos conocidos como "El Porteñazo" en el que el padre Luis Ma. Padilla auxilia en medio de la balacera al caido Tte. Luis Rivera.
* La foto que encabeza el artículo pertenece a Hector Rondón Lovera y fue tomada durante los hechos conocidos como "El Porteñazo" en el que el padre Luis Ma. Padilla auxilia en medio de la balacera al caido Tte. Luis Rivera.
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