Una historia para comprender el presente.-

(*)
Desde principios de febrero he mantenido una sensación metálica en la boca, tal vez producto del barrunto por lo que inicio como una protesta estudiantil surgida frente a los reiterados ataques del hampa dentro de los recintos universitarios y que desborda el vaso de la paciencia de los estudiantes ante el intento de violación de una estudiante en San Cristóbal. Se suma el llamado de Leopoldo López y María Corina Machado a manifestar el creciente descontento ante las medidas desacertadas del gobierno que han continuado malogrando la economía del país… todo auguraba tiempos de tempestad. Al escribir estas líneas se acumulan muchos escombros, es mucho el daño infligido, el miedo obligado, muchas las lacerantes tropelías cometidas por los verdugos hechizados y que obligatoriamente suman víctimas del costado más débil en recursos, malicia y poder de fuego… nuestros estudiantes. Entre los cascajos están las necesarias preguntas que tardaremos mucho tiempo en dilucidar, algunas quedarán sin repuesta… no obstante, siento el impulso de intentar organizar una hipótesis que nos permita aproximarnos a la razón en medio de un complejo y nebuloso panorama… la resaca nos anuda la garganta y nos llena de flema el corazón al saber truncados tantos sueños incipientes, alegrías por saborear… tan solo por las ganas de echarle una mano a Venezuela.
La metáfora de fondo en la zaga “El señor de los anillos”[1] y que bien queda reflejada por el buen “Smeagol” o el malévolo “Gollum” según el caso enervada por la influencia del anillo, es la alegoría por excelencia al que sucumbe ante el deseo egoísta de “poder” centrado en un objeto y sirve para ilustrar cómo nuestra sociedad ha sido marcada profundamente por el egoísta “deseo de atesorar” por el poder en sí mismo y subyace al mal que nos arrebuja de manera consustancial en estos aciagos días. Las raíces de nuestro dilema hunden sus primeros rizomas en los años de la guerra de independencia. Las verdades ocultas ante la necesidad de tener una gesta heroica tremenda, sofocaron los detalles de las intrigas y traiciones que surgieron durante su desarrollo pero que de igual modo, arrastraron consigo vidas valiosas por decir: la de Francisco de Miranda, Manuel Piar, Antonio José de Sucre… y otros menos mencionados. Luego es preciso recordar que durante más de ocho décadas las diferentes “montoneras” a lugar en territorio del país, hicieron peso muerto para establecer un Estado progresista por estas tierras.
Luego de un largo período de dictaduras y con la caída del régimen del GD Marcos Pérez Jiménez en el año 1958, los cuarenta años del llamado Pacto de Punto Fijo o más recientemente IV República, inicia una etapa de avances en cuanto a modernización del Estado, promover la separación de poderes e introducir la descentralización como elemento indispensable para transferir poder a las regiones. No obstante no es menos cierto, y aquí necesitamos hacer énfasis; que muchos intereses egoístas se movieron alrededor de quienes detentaban el poder. Casos sonados de corrupción hicieron que el pueblo perdiese la fe en las instituciones democráticas y que consecuentemente fracturara las bases de los partidos políticos tradicionales. “La prostitución del poder” había generado una enfermedad contagiosa y virulenta en el acervo del venezolano “la corrupción”. Cuando el Movimiento MBR-200 se revela contra el poder instituido, atrapa la simpatía de muchos ciudadanos cansados del contubernio de la cosa pública y la prostitución del poder que debía estar dispuesto para el bienestar ciudadano.
Una vez que acceden al poder, Chávez cautivaba con su discurso, con su imagen hecha entre pueblo y milicia que sugería rectitud y justicia. No sabemos en qué momento se les dañó la brújula y comienzan a lanzar globos de ensayo que progresivamente iban arrimando el anillo a las manos del señor oscuro “Melkor”, quien antes había intentado hacerse del poder que producía el petróleo y la posición estratégica de Venezuela en el ámbito latinoamericano[2]. Lo cierto es que hoy estamos metidos hasta los tuétanos en una trampa internacional que fagocita no solo los recursos de la nación, sino que ha desarticulado toda institución y defensa del país dejándonos inermes a la voluntad del señor oscuro. Demasiado costoso para el país ha sido adquirir la franquicia del Socialismo del siglo XXI, no solo en recursos y tiempo, sino también en neurosis, enfrentamientos entre hermanos, sangre y mucho, pero mucho dolor…  
El ejército de Arda (la tierra) en el principio de los tiempos fue leal al reino de la naturaleza sin parcialidad alguna ni interés más que preservar los dominios de Arda ante cualquier amenaza invasora. Melkor o Morgoth (el primer gran señor oscuro) sabía que no podrían establecer dominio por encima de los valores institucionales de los guerreros, por lo que convenció a Sauron de substraer a los generales y comandantes de su mando natural. Así creó para éstos oficiales, misiones burocráticas con manejo discrecional de recursos, de modo tal que a través de la tentación del contacto continuo con la energía “del deseo” se contaminasen y el cáncer de la corrupción socavase sus convicciones perdiendo así su fuerza de comando. De esta manera un ejército ejemplar se convierte en los “Nazgûl”, jinetes que sirven para devastar cualquier brote que se oponga a las fuerzas del reino de la oscuridad. Quienes preservan su condición de corazón puro, deben ocultarla muy bien para no ser execrado del reino y mimetizarse en la recua.
En plena era de oscuridad y desde la raza menos esperada dadas su aparente fragilidad y condición de apacibilidad, surge un ser de corazón puro que es el llamado a inspirar el despertar de la raza, el señor Frodo. Lo demás ya es parte de la insustituible narrativa de Tolkien quien despliega una maravillosa historia que ilustra de manera metafórica la constante lucha entre el bien y el mal. La analogía nos enfrenta a nuestro papel como actores vivos dentro de ésta tormenta, no hay forma de permanecer neutrales ni asépticos al desarrollo de los acontecimientos. ¿Es el <<deseo por el anillo>> un factor que nos impulse a cuidar nuestros mendrugos mientras que los señores oscuros fagocitan la energía de la luz y destruyen las posibilidades de futuro? ¿Estamos dejando recorrer solos a los hobbits en el lúgubre camino hacia los fuegos del Monte del Destino?
Mirar la historia del Señor de los anillos con la perspectiva del entendimiento, nos da una visión de las formas que adopta el mal para hacerse parecer legítimo. Los maestros de la oscuridad someten a prueba la integridad de los corazones, refinan a fuego las almas para forjar su realidad como seres humanos y no bestias. La tensión entre Smeagol y el tenebroso Gollum es un espejo para reflejar como el ser humano se afecta por <<la influencia del poder>> que envilece en la medida que desea para sí o eleva la pureza de su corazón en la misma medida que ama. Que la mejor forma de bienestar es la que se deriva del progreso colectivo y que se origina del trabajo productivo. La fuerza interior que deviene de las almas puras como la de Frodo Bosón que desechan el provecho propio por alcanzar el bienestar universal. Esas almas nunca perecen, a esas almas les corresponde el mérito de haber alcanzado el más alto honor de un ser humano, sacrificar lo más valioso que alguno pueda tener, su propia vida.
Quien considere la verdad en esta historia, entenderá la urgencia de trabajar enérgicamente para que el campo se polarice hacia La Luz, poner al servicio del universo sus talentos para que se contamine la mayor cantidad de personas y sumen a la gesta es materia impostergable. Que se comprenda más temprano que tarde, cual es el lado correcto de la historia y desterrar de una vez por todas las penumbras de nuestras tierras para trabajar en lo sucesivo por sanar y cultivar mejores seres humanos. Y que esta zaga quede para los anales de la historia como una lección de los tiempos en que nos tocó vivir tiempos de tormenta.

Como un humilde homenaje a los estudiantes caídos persiguiendo sus sueños, vuelen alto ya son libres, ya disponen de sus alas.
(*)  Fotos tomadas del sitio web: entretenimiento.latam.msn.com  




[1] Tolkien, J. R. R. (1993). El Señor de los Anillos. il. Alan Lee, trad. Luis Domènech y Matilde Horne. Barcelona, Ed. Minotauro.
[2] Héctor Pérez Marcano, “Invasión de Cuba a Venezuela, de Machurucuto a la Revolución Bolivariana”.

Comentarios

  1. Quería escribir, dejar un comentario como hago siempre. Pero se me hace un nudo en la garganta, el ánimo está en el piso, el intelecto está nublado ante tanto contenido aberrante que hay en el ambiente. Claro que las cosas están como relatas, teniendo como base El señor de los anillos.
    Hoy leí el artículo de Leonardo Padrón y me ha hundido aún más en la bizarra hiperrealidad venezolana. Para poder respirar una bocanada de aire sin calina, me quedo con el párrafo final. Urgencia de trabajar enérgicamente para que el campo se polarice... también se puede entender como una des-polarización.
    Ayer me llegó un correo con una propuesta para despolarizar el país. La despolarización es lo que no le conviene al gobierno, liban como un vampiro de la polarización. Tenemos que dialogar, pero no con él. Tenemos que dialogar los venezolanos entre nosotros, sin gobierno, sin extremistas, sin radicales. Solo los sensatos, los medidos, los moderados. Claro que es impostergable. Cuidado si ya es tarde. La historia lo dirá.

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