Un alma grande...

Desde 1757 el reino británico toma las riendas de la colonización de la India. Para finales del siglo XVIII el mundo atraviesa una severa crisis que afectaba con mayor énfasis a las poblaciones colonizadas. Así la India es profundamente afectada por la pobreza, las pestes que se extendían por los territorios densamente poblados generando malestar y motivando la aparición de grupos con iniciativas políticas y libertarias. Es la época en que aflora la figura de Mohandas Karamchand Gandhi nacido el 2 de octubre de 1869 en Nueva Delhi, quien más tarde sería conocido como Mahatma (alma grande) Gandhi, título conferido por su pueblo como reconocimiento a la expresión de sus virtudes más allá de solo las palabras, mediante su acción y conducta. Se dice que el primero en llamarle así fue el Brahman Rabindranaht Tagore, premio Nobel de literatura en 1913.
Mahatma provenía de una familia clase media acomodada y obtuvo tanto la consistente formación religiosa hindú y los principios budistas, así como sus estudios en derecho en Londres. Dominaba además de su lengua materna (hindi), el inglés, el latín y el francés. Tras iniciar a ejercer su carrera en la india sin mucho éxito, es contratado por un bufete inglés para servir en una importante comunidad hindú en Suráfrica, país en el cual profundiza vivencialmente su conocimiento sobre la discriminación. Ávido lector de León Tolstoi con quien incluso mantuvo correspondencia y de David Thoreau, de quienes toma el concepto de “desobediencia civil” y se interesa en investigar y desarrollarlo confrontándolo con su densa formación espiritual y complementándole a través de lo que llamó: ¨satyagraha¨ que se traduce como “la fuerza del alma”. Mientras tanto en su tierra se desarrollaban con más fuerza los movimientos insurgentes y ya en 1915 retorna a la India con el propósito de contribuir a canalizar una salida no violenta a la creciente crispación que tenía lugar.
Ya en 1918 Mahatma se constituía como un influyente líder, y aunque la violencia tuvo algunos brotes importantes y fue encarcelado en varias oportunidades, la población escuchaba con atención la propuesta de éste menudo hombre de palabra suave pero certera quien proponía la “ahímsa” o resistencia no violenta. En 1920 convoca a una cruzada de “no cooperación” en la cual los empleados públicos dejaron de prestar sus servicios, jueces y funcionarios del sistema judicial, los estudiantes, comerciantes… el pueblo de la India acudió al llamado y mediante “sentadas multitudinarias” paralizaban ciudades enteras, resistiendo la dura represión. Gandhi promovía volver a la producción artesanal, a la siembra, el pastoreo y el cultivo lo que permitía que la gente se abasteciera de manera austera y que pudiese prescindir del servicio al Estado colonizado.
Transcurrirían largos y difíciles años para que se posibilitara la independencia. En 1942 fue encarcelado y confinado junto a su esposa a permanecer en su domicilio, durante esta etapa, su gran amiga y secretaria personal Mahadev Desai muere de un infarto fulminante y a los seis días fallece Kasturba, su esposa y compañera de toda la vida. A las seis semanas Gandhi contrae malaria y se debilita de una forma tal que el gobernador inglés le otorga la libertad en febrero de 1944. Ya el gobierno británico se aprestaba a salir de la India, pero no contaba Gandhi que las diferencias raciales y religiosas se convertirían en la piedra de tranca para alcanzar un gobierno unificado. Pugnaban cinco tendencias de las cuales destacaban la tradicional hindú y la musulmana que tendían a establecer dos corrientes que proyectaban la división en La India y Paquistán. En el culmen de la crisis el 13 de enero de 1948, Gandhi dio la mayor prueba de renuncia a egoísmos y personalismos que cualquier ser humano pueda haber dado y que bien se dibujan en las siguientes palabras:
"Ayunaré hasta que tenga lugar la reconciliación, la cual no había de obedecer a la presión material, sino al despertar en nosotros el sentido del deber. La muerte sería para mí un gran alivio si tuviese que ver al hinduismo, al islamismo y al sijismo destruir la India, sin que yo pudiera hacer nada para impedirlo"
El día 18 de enero de ese año 1948 se suscribió un tratado entre más de cien brahmanes, musulmanes, sijs y cristianos, para preservar la vida por encima de todas las cosas, las propiedades y las mezquitas e iglesias y así retomar el diálogo para resolver las diferencias y establecer acuerdos firmes de convivencia. Gandhi pudo de esta manera suspender su ayuno.
¿Es pertinente traer a la memoria el ejemplo de la vivencia de Mahatma para ser relacionado a los sucesos que hoy nos escarmientan? En la India confluyen enseñanzas culturales raciales milenarias y que se conforman como una antropología cultural o <<modos de interpretar al mundo>> distintas y diferentes. Conjugar la confluencias de estas categorías étnicas en una sola nación requiere de “tolerancia” y respeto por las diferencias. ¿Cuáles son las diferencias que nos separan ideológicamente y qué data cronológica pudiesen tener de modo tal que se constituyan irreconciliables? ¿Es realmente la pugna ideológica lo que nos separa o hay algún elemento de otra índole que no hemos podido descifrar, el que impide que nos pongamos de acuerdo y emprendamos un solo camino de orden y progreso?
El enemigo que el gran Mahatma enfrentó amalgamaba una serie de elementos con intereses diametralmente opuestos, el imperio británico, las diferencias raciales-culturales y la fe religiosa. No obstante, el Mahatma logró mostrarles una realidad más grande que los pequeños intereses no lograron obstaculizar, despertar una visión compartida de futuro que <<en el fondo>>, todos los indios comprendieron y acogieron de suya. Venezuela atraviesa hoy una tormenta que está levantando muchos velos, permitiendo que “los que tengan ojos vean”. La tarea nuestra es construir una visión compartida de país, libre de “etiquetas ideológicas” en vista de que todos los modelos han sido mal representados, manejados sin talento y plagados de provechos particulares. La importancia de constituir un Estado consistente, que apunte a alcanzar un propósito fundamental, hacer grande al ciudadano, dotándoles como dijo el Libertador de: “Las buenas costumbres, y no la fuerza, son las columnas de las leyes; y el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad”.  Es por esto que cada uno de nosotros, desde su espacio y talento, debe emplear su mayor esfuerzo en contribuir a contaminar las almas de nuestros hermanos en el despertar de la conciencia.
Los muchachos que han ofrendado su vida en los sucesos de ahora, están tocando las campanas para que despierten todos los Venezolanos, algunos les cuesta oír su redoblar porque las ideas los han ensordecido, no han aprendido a escuchar con el corazón. Hoy más que nunca es necesario sostener los valores en vista que: “En el orden de las vicisitudes humanas no es siempre la mayoría de la masa física la que decide, sino que es la superioridad de la fuerza moral la que inclina hacia sí la balanza política”. Simón Bolivar.
El 30 de enero de 1948, en Birla Bhavan, Nueva Delhi, contando con setenta y ocho años de edad cuando caminaba hacia su centro de oración, cae herido de muerte el cuerpo de Mahatma Gandhi atravesado por una bala disparada por la misma mano que ayer, hoy, mañana y hasta que todos seamos amos de nuestro destino, atenta contra la vida de los que construyen los caminos hacia la libertad. Un alma tan grande no puede morir, queda diseminado en el pensamiento por la eternidad y La Luz que su cuerpo alguna vez albergó sube al infinito a ocupar su puesto en el universo perfecto.
“Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia. La violencia es el miedo a los ideales de los demás”.

Mahatma Gandhi.

Comentarios

  1. Otro grande, aunque con diferente estilo, fue Madiba. El caso de Madiba también nos es afín: él logró unificar un país dividido en dos (precisamente lo contrario de lo que hizo hcf).
    En los que suponemos países avanzados (Noruega, Inglaterra, Suiza, Holanda), la ideología parece tener poco peso. En esos países un gobierno no logra cambiar el rumbo fijo que lleva el país, solo le da toques aquí y allá a las cosas. De hecho, muchos de ellos son monárquicos y tienen gran estabilidad política. Es decir, los gobiernos no están por encima de los ciudadanos, todo lo contrario, los gobernantes son empleados del pueblo.
    Lo que hoy pasa en Venezuela a veces hace pensar en eso mismo, en que la población está en un estadio político e intelectual superior al de los gobernantes y al de los opositores, por encima de los políticos. Eso tiene la gravedad de que está endosando a una instancia informe, como es el pueblo, responsabilidades que son de la napa política. La capacidad de la población ha desbordado a la de las clases dirigentes.

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