La vida es compleja e inocentemente paradójica.-

La vida es compleja e inocentemente paradójica. Mi amigo Pablo fue un entusiasta militante del partido comunista e integró el movimiento que trabajo durante mucho tiempo para que Allende accediera a la presidencia de Chile en 1970. El socialismo y el comunismo eran vistos con seria desconfianza por la sociedad chilena, de hecho el triunfo de la alianza de partidos de izquierda alcanzó tan solo el 36,6% de los votos en una terna que representaban las tres mayores tendencias que se disputaban el poder, la izquierda, la extrema derecha y la centro derecha representada mayoritariamente por el partido socialcristiano. Iniciamos con este aforismo con relación a la vida en vista de que, luego de iniciar un gobierno que capitaliza la esperanza de los militantes de izquierda hacia una democratización de las oportunidades, mayor amplitud en las decisiones que involucrasen el destino del país, mi amigo Pablo pudo observar con franca sorpresa, que lo que acontecía era otra cosa. Alcanzar el gobierno fue la oportunidad de algunos para tomar revancha desde sus miserias existenciales, del uso del poder para arrebatar con violencia, sin miramientos ni justicia de por medio, llevándose en la tropelía a justos y pecadores.
Hoy once de septiembre, al escribir este artículo, se conmemoran en Chile cuarenta años del derrocamiento de Salvador Allende. Se dice que Allende era un hombre justo, un médico cirujano que abrigaba en su corazón la esencia de lo que significa ser socialista. Promovió un sistema más inclusivo y de mayores oportunidades para el pueblo, con un profundo interés en introducir cambios en el esquema social tradicional chileno clasista por tradición. Sin embargo, quienes circundaban a Allende en el poder tenían otra agenda. Algunos militantes de ultraizquierda en consustanciación con el partido de gobierno (Movimiento de Izquierda Revolucionaria–MIR) al observar la prudencia de Allende, iniciaron una serie de acciones que afectarían profundamente la economía de Chile. Una escalada de nacionalizaciones, toma compulsiva de tierras, fundos, haciendas y fábricas, mientras las autoridades miraban a otro lado, fue el paso al frente para iniciar la debacle económica de la nación. Entre otras, dichas apropiaciones eran vistas con velada simpatía por el gobierno quien temía a los constantes ataques que los diarios hacían a las erráticas políticas de gobierno. Una de las primeras experiencias en cuanto a “control obrero” se da en Chile teniendo como resultado la paralización y desarticulación del aparato productivo privado que servía para abastecer la demanda interna.
La escases de productos empujaba al alza de los precios de los productos básicos, lo que origina una hiperinflación que alcanzó en 1972 a 225% y sobre el 600% para el año 1973. La fijación de precios fue la estocada final contra el ya debilitado sector privado nacional que colapsa inevitablemente ante los asfixiantes controles de precios y debilitados ante la escalada en el precio de la materia prima. Las medidas del gobierno fueron espasmódicas, por una parte la creación de Juntas de Abastecimiento y Precios (JAP), que administraban “de acuerdo a las necesidades” los escasos productos que ahora comenzaban a llegar a través de los puertos, mediante importaciones de “socios estratégicos”. Por otra parte, el incremento de salarios que era sustentado con la emisión de papeles (dinero inorgánico) que torpedeaba las reservas, ya que los impuestos habían caído de manera vertiginosa derivado del colapso del sector productivo privado.
Mi amigo Pablo, siendo Profesor universitario intuía que el camino se había desviado y que el rumbo que había tomado la revolución llevaba el país directo al desastre. Allende también presentía el catastrófico rumbo que llevaban las cosas y con el apoyo del Partido Comunista intenta acerarse al ala socialcristiana que representaba el centro para tomar medidas de rectificación. Esto fue interpretado por los miembros del partido como <<síntoma de debilidad>> y como repuesta inician un período de “profundización de la revolución”. Durante éste período Fidel Castro junto a una comitiva de camaradas visita Chile en “señal de respaldo al proceso”. Recorre el país impartiendo mítines populares durante tres semanas lo que exacerbaría los ánimos profundizando la brecha entre dos corrientes encontradas, la extrema izquierda y las fuerzas democráticas. Victor Farías en su libro: “La izquierda chilena”, recoge una frase pronunciada por Fidel Castro a su salida de Chile: "no veníamos a aprender cosas caducas en la historia... ya aprendimos bastante de las libertades burguesas y capitalistas". Agregó: "No estamos completamente seguros que en este singular proceso el pueblo chileno haya estado aprendiendo más rápidamente que los reaccionarios" lo que dejó en evidencia su desaprobación por la posición reflexiva de Allende.
La mesa estaba servida, el desorden económico acompañado de medidas ineficaces, la escases de productos básicos y el desorden auspiciado por sectores del propio gobierno y la funesta participación de Castro arreglaron el escenario. Tan solo ameritaba del toque final que se produjo desde el mismo seno de la revolución cuando Carlos Altamirano Orrego, Abogado, Senador y Secretario General del Partido Socialista de Chile pronunciara un encendido discurso en el que invita a “avanzar sin transar” y deslegitima textualmente a Allende “por no representar los verdaderos intereses de la revolución”. Elemento clave que sirve de acicate para la intervención militar dirigida por Augusto Pinochet, y que el 11 de septiembre de 1973 toma por asalto el Palacio de la Moneda borrando así el sueño de un hombre noble, que no logró articular su proyecto de un mejor país. Junto a su sueño también voló su alma seguramente perturbado ante la paradoja de la vida.
Mi amigo Pablo huyó por los caminos verdes desde su amada Chile para no regresar. Relegado por sus camaradas por el hecho de pensar con sensatez, de darle espacio a la razón por encima de la pasión. Por tener el valor de disentir cuando se va rumbo al despeñadero y decidir por rectificar. Perseguido también por el régimen, por haber sido comunista, de nada sirvió haber tratado de impedir el desastre y plantar posición ante el despropósito de los extremistas. No hay espacio ya para Pablo, para sobrevivir debió cortar con los lazos de su pasado y dejar que lo asumiesen por muerto y emprender un nuevo sendero. Hoy es más venezolano que la arepa, sin embargo; cuando (en muy raras ocasiones) abordamos éste tema, surge sin pretenderlo el acento santiagueño y dice: “la vida es compleja e inocentemente paradójica, luche y viví por un sueño que cuando apenas se comienza a realizar, se convirtió en pesadilla”. Cuarenta años después, vemos como se reproducen en nuestra patria, síntomas de la misma enfermedad y que dieron paso a los sucesos de la moneda y la pesadilla que le siguiese después, ¡que jodida es la vida!”

Del caso chileno hay aún muchos misterios que desentrañar, mitos y medias verdades. Hay quien le atribuye a la CIA con el apoyo de los medios de comunicación, la autoría intelectual del derrocamiento y posterior tutelaje de la dictadura en la era Pinochet. Los residuos de la izquierda recalcitrante culpan a Allende de una posición “blandengue” en contraposición a una ultraderecha poderosa, que años después resurge en la oligarquía chilena de hoy. Sin embargo poco se ha dicho con relación al contexto y las condiciones que sirvieron la mesa al fracaso del proyecto Allende y posterior ascenso al poder de Pinochet. En estos elementos persisten datos interesantes de escudriñar como referente ante situaciones paradójicamente similares. 

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