Las cualidades del alma.-
Platón, devenido de la tradición
órfica es uno de los filósofos que creía que los humanos estamos conectados a
un alma grande, antigua, inmaterial y por lo tanto inmortal. Esta alma está
compuesta por tres partes fundamentales a saber: Logos (Razón), Thymos (Valentía)
y Epithymia (Apetitiva); y en la
armonía de sus partes consiste o surge la justicia o templanza como valor
esencial del Ser humano.
No obstante, cada ser tiene cierta
inclinación que hace predominante alguna de las cualidades del alma por sobre
las otras, lo que en su participación en la sociedad ha de promover su papel
dentro de ésta. Así aquellos con por ejemplo, un alma predominantemente
apetitiva han de ser buenos productores, comerciantes y artesanos. En quienes destaca
su espíritu de valentía serían los guardianes idóneos de la nación como
militares, dejando las decisiones de Estado a los sabios por cuanto el uso de
la razón es elemento cardinal para gobernar. Platón no dejó al azar las posibles
desviaciones al sistema, en los hombres sabios consecuentemente se desarrolla
la phronesis (prudencia), de igual
modo la andréia (fortaleza) en los
militares y la sophrosyne para
aportar tenacidad para sostener el trabajo o labor como virtud. Sophrosyne es también un valor que
regula o equilibra la pulsión de <<deseo>> que es inherente al
hombre común. Los antiguos le llamaron <<Templanza>>
ya que el alma concupiscente linda con lo caótico, lo irracional privilegia los
deseos y fácilmente se desenfrena. Sin el cultivo de la virtud el hombre es
pleno en lo salvaje, en la barbarie.
Nótese que el hombre virtuoso no es
aséptico a los deseos y apetitos; al contrario se ilustra como una lucha, un
resistir que va depurando el alma, haciéndole cada vez más virtuoso mediante el
ejercicio de la voluntad. En El Fedro Platón lo ilustra con un carro tirado por
dos caballos alados, uno hermoso y bueno y otro oscuro y malo, éste factor hace
difícil la conducción del carro cuyo horizonte es ascender hacia las llanuras
de la verdad. Ahí el Ser obtiene “vislumbres” de una naturaleza superior
olvidada. Mediante esta alegoría, Platón recoge lo que es su noción de la noble
misión del espíritu humano, superar sus propios apetitos bárbaros y hacerse
cada vez más semejante a lo que su alma representa en belleza, bondad y virtud.
Hoy, situados en nuestro país, en
nuestra maltrecha sociedad, detenernos a mirar hacia nuestros referentes en lo
que se refiere a cultura y visión de mundo, es un interesante ejercicio para
percibir la relación de desviación. Mirar lo que por excelencia debiese
representar nuestro gentilicio, nuestra esencia y modo de ser, a saber nuestro
liderazgo; nos obliga a preguntarnos si alguna vez pertenecimos a la
civilización que acoge el mundo griego como referente para desarrollar la
cultura occidental. Quien observe por un instante las sesiones de la Asamblea
Nacional, revise los alegatos de algunas sentencias de nuestro máximo tribunal,
lea nuestras páginas de sucesos, indague sobre nuestro sistema penitenciario,
etc. no puede menos que preguntarse si alguna vez salimos de la barbarie.
Tal vez esta reflexión resulte
odiosa por lo “generalizante”, sin embargo las sociedades no se miden por la
representación minoritaria, ni mucho menos por las excepciones que
efectivamente se dan con una extraña contundencia. Carlos Cruz Diez, Simón
Díaz, Armando Reveron, Dudamel, Abreu, Galarraga, Miguel Cabrera y una larga
lista de talentos que han mantenido latiendo la esperanza de quienes confiamos
en el futuro. Sin embargo, no podemos negar que es circunstancia que contrasta
contundentemente con la profunda descomposición socio-política del país. Continúa
en ejercicio fallido, el esfuerzo por reconstituir la política que hemos
conocido hasta ahora. El pueblo no puede ocultar la tristeza colectiva que
embarga y compromete la esperanza ante tanto devaneo con la inocuidad del oposicionismo.
Sin embargo, hay un aspecto que está muy relacionado con los modelos de éxito
que nuestra raza ha aportado al mundo, El hombre espiritual. No estamos refiriéndonos
a particular tendencia religiosa aun cuando sí esta comprendido el segmento. Queremos
rescatar la idea de Platón del hombre que cultiva su mejor lado sin dejar de
mirar sus defectos y miserias. Es decidir afirmativamente por lo bueno en plena
conciencia que una buena parte de nuestra conformación estructural está
torcida. De esto hablaremos en una próxima entrega. Que
La Divina Providencia escuche nuestro ruego y podamos rescatar nuestro mejor
espacio Humano para construir la sociedad que queremos.
¡Qué grande Platón!
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