La paradoja marxista.-
Cuando a principios del siglo diecinueve el joven Karl
Marx, derivado de su escrutinio de las teorías que dominaban la academia,
expuestas por Hegel en cuanto a la dialéctica y la historia, aunado a su pensamiento
crítico sobre la economía capitalista y que llamó “la dictadura de la
burguesía”, desarrolla la propuesta en la que las sociedades avanzan
socioeconómicamente a través de la dialéctica de la “lucha de clases”; la
dialéctica se sustenta en la contradicción en la estructura de las sociedades
(amo-esclavo, capitalista-obrero…). Ante el vertiginoso avance en el desarrollo
industrial europeo, las clases dominantes no se habían cuestionado antes, las condiciones
/ aspiraciones de la fuerza de trabajo. Marx analiza que las fuerzas de
producción tienen una importancia no reconocida hasta el momento y por lo
tanto, subvalorada.
Sin embargo más de cien años después, muchas cosas han
cambiado. Las condiciones de intercambio han sufrido transformaciones gracias a
las luchas reivindicativas organizadas y por vía de la superestructura, son
reguladas brindando un mayor justiprecio para aquellos que venden su fuerza de
trabajo al capital. No con esto justificamos equiparada o en equilibrio la
relación de trabajo-salario sino más bien, procuramos una visión más de tonos
que de blanco y negro. La relación dialéctica ya no es de opuestos sino de
términos más aproximados a lo justo o a lo <<merecido>>, buscando
siempre el justo medio como lo nominara Aristóteles. Por tanto, las posiciones
extremistas, comunismos exacerbados y socialismos románticos han ido perdiendo
vigencia y cediendo terreno al plano de lo practico y verdaderamente útil.
Partiendo del pensamiento primero de Marx que le
impulsaba a cuestionar la concepción de libertad del hombre, movimiento que
surge en la etapa en la que la metafísica ya no responde a los problemas que
surgen de la modernización y la industrialización del mundo; la que Feuerbach
analizaba en su incidencia en la transformación de la naturaleza y por ende la
afectación al ser humano como parte de la naturaleza misma. La
industrialización ha hecho surgir una clase que <<ha soportado todos los inconvenientes de la sociedad sin gozar de sus
ventajas, que se ve expulsada de la
sociedad>> y que gesta la revolución. Y es mediante ésta revolución
que <<logrará la clase que derriba,
salir del cieno en que se hunde y volverse capaz de fundar la sociedad sobre
nuevas bases>>[1].
No cabe en la concepción marxista que la sociedad misma excluya, segregue,
expulse, ya que quienes sufran esta condición, han de reaccionar en contra de
sus opresores.
La revolución busca la liberación del hombre mediante el
desarrollo de las fuerzas productivas. No aboga por la pobreza como norte pues,
<<comenzaría de nuevo la lucha por lo indispensable>>. La
superación implica la educación y la evolución de una condición anterior; realidad
incompatible con asumir la igualdad en la escasez. Apunta a la igualdad
productiva, una relación de <<intercambio
universal>> en la que el bienestar de unos no dependa de la conmoción
de otros.
Ésta reflexión tiene como fin invitar a recapitular sobre el caso
venezolano; la aplicación de cada aspecto revisado y cómo desde la ética
marxista, existen inmensas diferencias entre lo que quieren que entendamos y lo
que debe ser entendido.
[1]
Frases entrecomilladas extraídas de: La
ideología alemana; Marx & Engels, Obras Escogidas en tres tomos
Editorial Progreso, Moscú, (1974).
Entonces no ha habido una sociedad plenamente marxista, porque tanto la URSS como China o Cuba, o Corea del Norte y también Venezuela, no han adoptado ese esquema. Han sido experimentos basados en la igualdad hacia abajo, viviendo de la escasez y los pobladores no han tenido motivaciones para producir, solo para pedirle al Estado...
ResponderEliminarEs decir, estos gobiernos han sido mucho más malos de lo que supondría un gobierno marxista... Naguará.