De nuestra dicotomía política entre Capitalismo y Socialismo.-

Antes de entrar en materia, quisiera que los puristas que lean este artículo, lo vean como una primera aproximación a un tema profundamente complejo, el cual ha sido motivo de innumerables exámenes y desarrollos conceptuales, sobre los que me sentiría honrado de analizar y discutir con quien a bien tenga, aportar a la discusión en un ámbito más específico en lo sucesivo. Por ahora (frase célebre), quisiera centrarme en enunciar la hipótesis desde sus componentes básicos y la interacción que se produce y que da vida a este conglomerado social que por avatar del destino se llama Venezuela. De cómo estos actúan para darnos ventaja y  su vez se erigen como los principales enemigos del progreso y la cohesión social.

Un organismo es la suma de sus partes, Gregory Bateson nos mostró como funcionan e interactúan los diferentes niveles o sub-sistemas que integran un organismo complejo y que cada cual contribuye con sus bondades y desventajas en la conformación sistémica del mismo. Por lo que, lo que somos y lo que hemos de ser, es la suma de lo que cada uno de los que aquí vivimos aporta. Son nuestras emociones y sentimientos que se fusionan para darle forma a este colectivo llamado Venezuela. Cuando una gota de agua cae en el mar, deja de ser gota para ser el mar mismo. Así que sólo será posible tener una mejor patria, cuando todos empujemos hacia un solo lado, cuando nos pongamos de acuerdo para dejar de criticar y dedicarnos a “contaminar” a nuestros congéneres para que “en conjunto” elevemos nuestro nivel de conciencia.

Primera aproximación:
Hoy nos encontramos atrapados en la diatriba entre dos presuntas ideas opuestas, cuando en realidad, son modelos que necesariamente se complementan, Socialismo y Capitalismo. En efecto esto lo han comprendido “de hecho” y aplicado “de derecho” en Noruega, Suecia y de manera gradual y de más reciente data, en la República Popular China, por citar solo algunos ejemplos resaltantes de países que han decidido por el socialismo como marco político. Por otra parte, la nación emblema del liberalismo, Estados Unidos de América, con el reciente espaldarazo de este pueblo a la gestión Obama, han venido incorporando importantes cambios en los programas que dan una consideración distinta al espectro social dentro de las políticas de Estado.

Una mirada al entorno global, obliga a mirar hacia el centro, lo que fluye entre los extremos de una visión del mundo y otra. En resumidas cuentas, no dejan de ser teorías que interpretan una concepción del mundo. Engels dijo que el marxismo “no es un dogma sino una guía para la acción”. En palabras de Trotsky: “el marxismo es sobre todo un método de análisis, no del análisis de textos sino del de las relaciones sociales”. Los errores de cada modelo se potencian en sus extremos. Para el caso del capitalismo, los excesos del mercado anulan “la compasión” por los menos aventajados, que queda en evidencia ante la enorme brecha que surge entre los privilegios de la clase dominante y las penurias de los desposeídos. Por otra parte; la absorción absoluta de las libertades del individuo, subsumir el criterio divergente por la ortodoxia del pensamiento único necesario para la implementación del sistema comunista representan los desequilibrios más importantes de estos modelos.

Marx dijo: "No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia". La Perestroika a finales de los ochenta en la antigua Unión Soviética Socialista, la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989 y de manera progresiva la incorporación del gigante asiático al sistema comercial liberal, son una muestra inequívoca que, desde la comprensión del bienestar del “ser social” se determina que debe existir un equilibrio, un término en donde pueden subsistir los mejores aspectos de cada teoría para poder construir un sistema capitalista ético y de contenido social. Si naciones que tienen una gran experiencia de vida en las diversas formas del socialismo están dando pasos para incorporarse a una economía global que solamente puede definirse capitalista… ¿Bajo qué premisa se puede continuar promoviendo interpretaciones superadas del marxismo más rancio?
En nuestro caso, los venezolanos en doscientos años de historia republicana, ochenta se nos han ido entre guerras libertarias y revoluciones internas. Otro tanto entre dictaduras personalísimas que no han dado cabida a la consolidación de un Estado moderno que responda eficazmente a nuestros problemas de fondo e impulsarnos al desarrollo equitativo de todos los ciudadanos. Por lo tanto, resulta en extremo pretencioso imponer nuevos modelos de gobierno, cuando no hemos siquiera emulado bien alguno de los que ya existen.

Segunda aproximación: Llamar a las cosas por su nombre.-
Esta misma diatriba ha llevado a que una parte de la población suspire por las bondades de la “caricatura de democracia liberal” que se desarrolló entre los años 1958 a 1998 y omita reconocer sus defectos. Mientras que la otra mitad, se afinca en las desviaciones y atribuye a estos, “todos los problemas habidos en esta y hasta la cuarta generación” cual maldición gitana. Si bien es cierto que los cuarenta años de vida gubernamental del pacto de Punto Fijo, no fueron la panacea, muchos de los que hoy son los líderes del ala oficialista, pudieron estudiar, trabajar y alcanzar sus posiciones destacadas gracias a que “se sirvieron” de las condiciones ventajosas que estos cuarenta años de democracia proporcionaron a la población, evidentemente sin filtros ni “listas excluyentes”. Mala memoria.

Tercera aproximación:
Por otro lado, también es indispensable reconocer que a la sombra de esta etapa una casta política y esencialmente económica, hizo de las suyas enriqueciéndose inescrupulosamente con el erario público y siguió al pie de la letra el avieso recetario para dominar la conciencia de las masas con “pan y circo”. Entronizaron la dádiva como el más eficaz medio para obtener votos y acallar conciencias, atrofiando el aparato de juzgar de muchos y permaneciendo en el poder a pesar de su ineptitud para gobernar. Hasta que el pueblo no soportó el hastío e insurge de manera caótica y violenta para avisar que “este pueblo es un cuero seco, que si lo pisan por un lado, por el otro se levanta”.

Un hombre proveniente de las Fuerzas Armadas, Hugo Chávez Frías; destaca entre el caos al lado de los líderes del movimiento MVR-200. Junto a otros militares, intelectuales y algunos revolucionarios de izquierda, toman para sí el proyecto de renovar “la cara política” de la nación y conducir al país por un rumbo diferente. Un proyecto visto con buenos ojos por una gran cantidad (“mayoría”) de compatriotas que sentían la necesidad de que el país experimentase un reacomodo de su dirigencia y estructura para expiarse de los expoliadores del erario nacional. Un proyecto loable pero sin una estructura filosófica consolidada y que comenzó a divagar en las arenas movedizas de los grupos camaleónicos que se “ajustan a la medida de las necesidades”, todo por perpetrarse en el poder. En la búsqueda de sustrato teórico, adoptan el sistema comunista para apuntalar en modelo a calco los resultados políticos de Cuba y esperando obtener la misma cosecha ideológica que demuestra el común de los ciudadanos de la isla.

Cuarta aproximación: La caída.-
Este último elemento de carecer de un sustrato filosófico coherente ocasiona que se generen una serie de “globos de ensayo” que fracasan estrepitosamente uno tras otro (Cultivos hidropónicos, huertos familiares, gallineros verticales, etc.). Simultáneamente el romance con el régimen cubano inocula sus interpretaciones leninistas a los líderes del régimen traducidas en un amplio espectro de acciones destinadas a doblegar el aparato productivo privado para subyugarlo a los intereses del régimen, además de penetrar los organismos oficiales so pretexto de asistencia técnica.

Una purga espasmódica de los cuadros de mando institucionales en las industrias autónomas de capital público así como también en las Fuerzas Armadas y cuerpos policiales emblema, execrando la institucionalidad y contaminándolos con sucesos escandalosos que ponen en vilo la integridad moral de estas instituciones. Mientras tanto, el país progresivamente experimenta una fuga importante de mano de obra especializada, la que encontró brazos abiertos en otras latitudes para así fortalecer industrias de otros países y continuar perdiendo terreno en los mercados tradicionales. Se ha puesto énfasis desmedido en la dádiva para desestimular la productividad y anular la creatividad y el emprendimiento en grado superlativo. Así también los desaciertos en materia económica comienzan a hacer metástasis en las reservas internacionales y ejercer presión sobre el valor de la moneda dura. Entramos en un tobogán de desinversión industrial y fuga de capital internacional. Con el propósito de paliar “el vertiginoso descenso económico” se contraen compromisos con garantía de materia prima y especialmente hidrocarburos lo que coloca el servicio de la deuda en niveles nunca antes visto.  

Colofón.-
En estos momentos, no sabemos cual será el desenlace de esta novela de horror que vivimos los venezolanos. Tristemente las advertencias de nuestro Libertador Simón Bolívar en cuanto a nuestras carencias, tienen más vigencia que nunca: -Uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud-[1]
Es imposible enajenarnos de la realidad que arropa al colectivo, todos somos responsables y a su vez víctimas de esta realidad. Un magma de desesperanza mezclada con resignación flota sutil sobre nuestro espectro social, anhelamos con ansias el momento decisivo de resolución para abocarnos a trabajar en la reconstrucción económica y del tejido social, gravemente erosionado por el discurso y la práctica del régimen. Es urgente la labor de educar, educar y educar. Confiamos en la Divina Providencia para que mediante su intervención, encontremos la fórmula de enrumbarnos hacia un futuro mejor. Sin embargo, no podemos ignorar la magnitud de la trama en la que nos encontramos, se juegan tras bastidores importantes intereses transnacionales en nuestro teatro, la salida no ha de ser fácil ni milagrosa, requiere del empleo de nuestros mejores recursos, de los que han hecho de nuestra raza mestiza una especie interesante. Dios salve a nuestra patria.



[1] Discurso pronunciado por el General Simón Bolívar en la instalación del Congreso de Angostura en 1819.

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